“El arte tiene vida propia”

Como te lo cuento, así te lo cuento.

“El arte tiene vida propia”

Estaba así un violín, adosado a un muro de piedra. Este violín era teniente de la oreja derecha,  manco de su mano izquierda.  Y con sus cuerdas rotas,  sobresaliendo del muro y a medias de emparedarse del todo.

El violín en voz baja repetía su desdicha, como se repite una letanía.

_¿Por qué me han metido aquí? Este no era mi sitio. El sitio propicio para mí es la noche del entierro de la sardina; el día en el que daría lo mejor de mí mismo. De morirme del todo preferiría que fuera en una fiesta por todo lo grande, muriendo a carcajada limpia. Verdaderas o falsas me da igual ¡ total que más daría!, pero acabar así de esta manera, no es igual para nada.

Con lamentos pasaba los días, las noches las pasaba roncando,  hasta que transcurrió un tiempo. Este tiempo fue esencial para darse cuenta de que, lo de hablar a solas,  conducía a ninguna parte.

Se le dio por alzar la mirada y, por fin, calló su letanía.

En frente del violín había otra columna de piedra en la que habían emparedado a la mitad de un paraguas. Al paraguas lo tenían, nada más y nada menos que, recogiendo las aguas de otros paraguas.

El violín enfocó todavía más la mirada…, allí estaba la placa que daba fe de su servicio, y avisaba.

Al contemplar tal situación, suelta el violín una tremendísima carcajada y, con recochineo, le dice al paraguas:

_ ¡Menuda importancia! ¡menudo diseño!

A lo que el paraguas respondió congestionado:

_ A buenas horas te burlas, cuatro pelos. Por lo menos ya has hablado; has levantado la mirada , ¡teniente, manco y tuerto! Yo no he parado de hablarte desde que te trajeron y, tú,  jamás me has dirigido la palabra. Estabas tan absorto con tus desgracias que, no veías más allá que para tus cuatro pelos danzando con dificultad al viento. ¡ Mirame a mí!, aquí me tienes cabeza abajo.  Y para más recochineo, los paraguas que llegan me meten la lluvia debajo o por dentro. No sé ni como contarlo siquiera, pero, como te lo cuento, así te lo cuento. Para que veas que no guardo rencores, ni tampoco me quedo con los lamentos.

Del revés me han dejado: ni para ti ni para mí, ni abierto ni cerrado. ¡Las historias que tiene que vivir un paraguas…! Tranquilo, violín de pocas cuerdas. ¡Miralo por el lado bonito!  Despertamos risas, creamos admiración, podemos sacar partido de las caras de circunstancia, de las muecas que salen , espontáneas, de los que por aquí se pasan…, a menudo.

Nos tienen como decoración de alto lujo. ¿Qué más quieres?

Yo también ando algo dolido como tú. Me han dejado de igual manera, con medio cuerpo dentro y otro medio fuera, ¡ y  la empuñadura entre las piedras! Pero,  como no tengo riego en la cabeza le saco la parte buena. Si llegara a tener sangre en el cuerpo ya estaría muerto. Miré la vida del derecho , ahora la contemplo del revés.  

El paraguas no paraba de hablar sin dejar meter baza alguna al violín. El   violín se calló sus carcajadas y lamentos al tiempo que, le retiró la palabra sin decir más que, lo dicho.

Por ambos, el paso del tiempo hizo más mella en sus estructuras y colores , pero en su conjunto, lucían para muchos, más atractivos tales diseños y aumentaba, por arte de magia,   su valor para los dueños.

De repente,  al violín, se le da por recriminar al que escribe, y necesitando de atención…, dice:

-¡Esta es mi historia, mal escritor! El paraguas no se calla nunca. Habla mejor que yo y recibe mejores atenciones. ¡No me mientes más al paraguas que, por el oído que me queda, oigo hasta, a Dios!

Para el pobre violín, el paso del tiempo le sentó peor si cabe que al…, sólo quedaba un trozo de sí mismo   pegado al amuro de piedra. El violín perdió el resto de las cuerdas o pelos, según se vea, y,  nuevamente ¡el violín!, se preguntaba entre risas o lágrimas, por qué estaba allí.

El   violín, falto de personalidad, repetía una y otra vez más,  su letanía.

_ Ya no me quedan cuerdas y no tengo sonido. ¿Me muero ahora o lo dejo para mañana…? Mejor me duermo un ratito. Mañana no te lo cuento que, mañana, ni me lo explico.

(Imagen personal de portada).

Novoartess: P&c

Author: www.novoartess.org

Y la vida continua..., en este patio de locas contradicciones.

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