D. Quijote.

Quijotes y Sanchos  hay. Por todo el planeta, sobre palabra escrita, sin voz. Voz acallada, silenciada, desprestigiada.

Cabezas sin pies, pies sin cabeza al mando de un mundo, que clama politica por todos los frentes. Que añora respeto.

Un alenco de discursos campa en las redes. Retórica barata, estudiada, fuera de toda lógica, pero que gana adeptos y, sin embargo, abocada al fracaso en poco tiempo…

Equivocarse es lícito para ellos. Sus errores, disculpables, abnistiados todos.

Y otros, aceptamos seguir formando parte de un ejército de peones, intocables, chusma, bulgo para las élites.

Ser complacientes es el mayor de los pecados.

Somos vida, sufrimiento, alegría, creación, germen o simiente. Somos pilares, columna vertebral.

Para mi, ellos,son podredumbre, vanidad desbocada, un amasijo de cables entrelazados, a punto de deshacerse por la tension que ejercen.

No tardarán en comerse unos a otros. No tardarán en morirse de hambre o trabajar la tierra que malobran, y sabrán de ella, de sus gentes, de toda vida cuánta existía. Y terminarán  por descubrir el gran genocidio de la verguenza.

¡Qué  poca caballerosidad!

¡Qué molinos!

¡Qué gigantes!

D. Quijote.